La humareda que provocó la suspensión de un partido de la NBA en la Arena Ciudad de México parece una parábola de lo que sucede en ciertos ámbitos de la vida política nacional. Porque ya todo estaba listo para que se iniciara el juego, cuando un transformador estalló de manera impensada y causó un ambiente irrespirable que impidió el desarrollo del encuentro de básquet programado de tiempo atrás.
Algo similar aconteció con el Pacto por México: todo parecía ir por el buen carril, hasta que llegó el momento de aprobar o no la reforma energética y surgió el humo negro que hizo que el PRD abandonara al mayor logro político en lo que va del actual sexenio. Error de dicho partido, por cierto, ya que deja la puerta abierta para que el PAN y el PRI aprueben la reforma que ellos quieran. Es decir que, en este caso y a final de cuentas, el humo nada canceló.
Pero donde el efecto humareda sí llegó fue en Morena y allí el humo apareció en forma de infarto y directo al corazón de Andrés Manuel López Obrador, justo un día antes de que encabezara el cerco contra el Senado para “impedir” las sesiones sobre la mencionada reforma. Ya sabemos que don Peje está por fortuna fuera de peligro, pero no en condiciones físicas como para ir a formar cadenas humanas. Por eso, el famoso cerco fue mera llamarada de petate; al menos el miércoles pasado, cuando hubo apenas unas centenas de poco entusiastas cercadores, en su mayoría activistas de la CNTE.
Sin embargo, lo que más me llamó la atención fue el virtual destape del hijo de AMLO, Andrés Manuel Jr. (aquel de los tenis Louis Vouiton), como líder morenazo o morenístico (as you like). Al viejo estilo lopezportillista de “el orgullo de mi nepotismo”, parece que el heredero político de López Obrador será su heredero de sangre, lo cual no debe tener muy contentos a Martí Batres, Ricardo Monreal o el mismísimo Nico (quien de chofer de Tsuru saltó a asesor sine qua non del hoy convaleciente). Será interesante ver cómo se empieza a mover el junior del tabasqueño fuera del jet set y de cara a la raza brava de Morena.
Ahí sí que hubo humo, pero humo blanco. ¡Habemus Pejito!
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