La figura de Louise Colet tiene visos de leyenda. No obstante, dicha leyenda se debe más al hecho de haber sido la gran amante de Gustave Flaubert que por su propia obra como escritora. El mito se ve reforzado ante las muchas versiones acerca de que fue en Louise que el escritor se inspiró mayormente para dar alma, sustancia, carácter y vida al más grande de sus personajes, la entrañable Emma Bovary, protagonista central de la obra maestra de Flaubert.
Sin embargo, las cosas no son exactamente así. Muchos años antes de que el autor de La educación sentimental lograra la fama, Colet era ya una productiva poetisa y ensayista, una feminista declarada y una escritora reconocida por la Academia Francesa. Así pues, cuando ambos se conocieron, era ella –a sus treinta y seis años– la que gozaba de celebridad, mientras que él –a sus veinticuatro– era apenas un aspirante a novelista.
Nacida en Aix-en-Provence, Francia, el 15 de agosto de 1810, Louise Colet era una mujer de belleza extravagante, naturaleza impetuosa (Flaubert la describió como de carácter “meridional”) y poco creyente en la fidelidad. Casada con el músico Hippolyte Colet, tuvo entre sus amantes al escritor Alfred de Musset y al filósofo Victor Cousin, pero fue su relación con Flaubert la más apasionada y duradera (la misma transcurrió a lo largo de nueve años, de 1846 a 1855). Las más de tres mil cartas que se escribieron son una muestra palpable de esa gran pasión. Por desgracia, las misivas de Louise fueron destruidas por Caroline, la obtusa sobrina única de Gustave, quien las consideró inmorales y provocó que se perdiera la mitad de la espléndida correspondencia.
Amante de la bohemia, eran célebres los salones literarios que Louise Colet organizaba y a los que acudían diversos personajes de la vida cultural parisina, como François-René de Chateaubriand y Georges Sand.
En 1860, la escritora viajó a Italia para apoyar la lucha de Camilo Cavour y Guiseppe Garibaldi y se convirtió en una acérrima crítica del Vaticano. Durante su estancia en Roma, quiso entrevistarse con el Papa Pío IX para manifestarle sus desacuerdos con el alto clero y sus dispendios (escribió notables textos al respecto), pero acosada por la policía secreta, debió renunciar a sus intenciones y abandonar la ciudad.
Los méritos literarios de Louise Colet no han sido debidamente reconocidos por la posteridad. Con todo, la escritora publicó una decena de libros, no sólo de poesía sino también relatos y novelas -de una de ellas, Lui (1859), se dice que fue un intento fallido por responder a Madame Bovary-, entre los que destacan Fleurs de midi (1836), La jeunesse de Goethe (1839), Les coeurs brisés (1843) y Enfances célèbres (1865). Varios de sus títulos pueden encontrarse en ediciones en español.
Louise Colet moriría en 1876, cuatro años antes que Gustave Flaubert, de quien siempre llevaría el estigma de haber sido su musa. Un estigma que le fue siempre incómodo, pero que, paradójicamente, le aseguró la posteridad que su propia obra le negara.
(Texto publicado el pasado sábado 7 en la sección "De culto" del suplemento cultural Laberinto (No. 547) de Milenio Diario)
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