Dos genios de la música del siglo veinte. Ambos fallecieron en diciembre. John Lennon, asesinado el día 8 de ese mes, en 1980. Frank Zappa, muerto por un cáncer de próstata, el día 4 del último mes de 1993. Pero eso no fue lo único que los asociaba. Aunque la enorme popularidad de Lennon no puede compararse con la mucho más limitada de Zappa, ambos se mantuvieron siempre en la vanguardia, ambos experimentaron con la música, ambos fueron ácidos críticos de la sociedad establecida, ambos dejaron una obra que ha trascendido y seguirá haciéndolo por décadas y quizá por centurias.
Compararlos sería injusto y bastante inútil. Aunque yo pueda decir, por ejemplo, que la genialidad de Zappa era mucho mayor que la de Lennon y aporte los argumentos para ello, habrá quienes me rebatan con otros puntos de vista. Finalmente, la música es un arte y no una competencia (aunque el mercado la haya arrastrado a absurdos cualitativos como las listas de popularidad –que es decir de mayores ventas– o las premiaciones anuales que a la larga nada significan (¿cuántos ganadores del Grammy están hoy en el olvido, mientras que alguien como Zappa jamás fue premiado y su importancia artística crece cada día sin que sus discos se vendieran por millones?).
John y Frank tuvieron un único encuentro musical y el hecho es un hito histórico, registrado en el álbum doble de 1972 Some Time in New York City de Lennon. Se trató de una presentación en concierto de Zappa y The Mothers of Invention en la que al final subieron al escenario el ex beatle y su mujer, Yoko Ono (ver foto). No es precisamente la mejor de las actuaciones de estos músicos, pero sí un momento por demás curioso (una narración detallada de dicha tocada en el Fillmore East de Nueva York puede ser leída en el número de este mes de la revista Mosca, debida a la pluma de Alejandra Gómez Macchia).
Hace un par de días se recordó la muerte de John Lennon y hace seis se cumplieron veinte años de la de Zappa. Seguramente, los dos hubieran creado aún mucha música de enorme calidad. No fue así por desgracia, pero quedó su obra para ser apreciada y disfrutada. Loor a estos dos genios.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).
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