Lo acepto: el título de la columna es un tanto tramposo y, sí, busca llamar la atención del lector. En realidad debió ser: ¿Norah Jones y Billie Joe Armstrong? Porque estos dos personajes de la música, tan diferentes en apariencia, acaban de unirse para grabar un disco sui generis, un álbum impensado, como impensada parecería ser la unión entre una sofisticada intérprete de jazz y música popular como Jones y el front man de un grupo de rock punk como Armstrong.
Foreverly (Reprise, 2013) es un plato delicioso, un larga duración que homenajea a los legendarios Everly Brothers, pero lo hace de manera diferente. Norah y Billie Joe no buscaron las canciones más famosos de los hermanos Everly (como “Wake Up Little Susie”, “All I Have to Do Is Dream” o “Bye Bye Love”), sino que reprodujeron completo uno de los álbumes más significativos del antiguo dueto, el Songs Our Daddy Taught Us de 1958, para cantar cada uno de los cortes del mismo. El resultado no pudo ser mejor. Las voces de Jones y Armstrong se amalgaman a la perfección y dan una frescura y una nueva vida a las composiciones, todas ellas viejas melodías del folk y el country estadounidense, básicamente del sur profundo pero en su raíz blanca.
Foreverly es un disco de una finura esplendorosa. No hay voces solistas. Los dos intérpretes, ambos figuras consagradas de la música actual, dejan a un lado egoísmos o estrellismos absurdos para entregarse de corazón a cada uno de los temas, mismos que, como el título original de los Everly Brothers indica, eran canciones que su padre les cantaba de niños y que quisieron reproducir cuando, a fines de los años cincuenta del siglo pasado, decidieron abandonar al rock and roll e incursionar en la música folclórica de su país.
Todas las canciones del disco son magníficas, pero podemos destacar algunas como “Barbara Allen”, “Kentucky”, “Down in the Willow Garden” y “Who’s Gonna Shoe Your Pretty Little Feet”.
Un disco realmente hermoso. Toda una sorpresa de este dueto igualmente sorpresivo e inesperado.
(Publicado el día de hoy en mi columna "Gajes del orifico" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).
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