miércoles, 31 de octubre de 2012

La tumba

La leí por vez primera en 1969, a mis catorce años de edad, en una primera edición, de Novaro, que tenía mi hermano Sergio. No era el primer libro que leía, pero sí tuvo un fuerte impacto en mí, tan fuerte que me impulsó a escribir de otra manera (a los trece había intentado hacer una novela, influido por un libro tan ideológicamente terrible como El Bismarck de Will Berthold, editado por Populibros La Prensa; ya contaré esa historia en otra ocasión). Por ahí debo tener aún guardados mis intentos por escribir al estilo de José Agustín, el autor de aquella breve novela: La tumba.
  Volví a leerla a los diecisiete años y de nueva cuenta a mis veintitantos. Ahora acabo de terminarla por cuarta ocasión, en una edición de Planeta. La leí rápidamente y mi impresión actual es diferente a la que tuve a mis catorce marzos. Aunque amena y divertida, hoy me resultó un tanto ingenua, afectada y de algún modo pretensiosa para un escritor, como Agustín, que la publicó a los diecinueve años, en 1964 (aunque se dice que la escribió a los dieciséis).
  Las aventuras de Gabriel Guía, un adolescente de la clase alta defeña, a mitad de la década de los sesenta, no parecen muy creíbles. El personaje habla y razona como si tuviera diez años más y la facilidad con que obtiene todo de pronto es un tanto irreal. Sin embargo, sigue siendo una novela fundamental para la historia de la literatura mexicana y conserva su frescura narrativa y el sello joseagustinesco, a pesar de que en un par de años cumplirá medio siglo de haber sido editada.
  Fue interesante volver a leerla. Habrá que entrarle a De perfil, mi novela favorita de José Agustín, y saber qué efectos me produce ahora.

4 comentarios:

jrg dijo...

Es "pretencioso".
De nada

jrg dijo...

Es "pretencioso".
De nada

Hugo García Michel dijo...

Se admite de las dos maneras.

Metrópolis dijo...

En sí, José Agustín, siempre ha tenido ese "detallito" de tener personajes jóvenes con una capacidad intelectual y madurez muy por encima de lo normal. Parecido a Parménides. En ocasiones una novela se disfruta por la historia, la trama, y ya cada quien que le busque la manera de en su imaginación hacerlo más creíble. He ahí el poder de leer. Saludos!