Cuando apareció en las pantallas, en 2002, Full Frontal de Steven Soderbergh fue hecha puré por prácticamente toda la crítica del planeta. La acusaron de incomprensible, pretensiosa, fallida, absurda, confusa, sin pies ni cabeza: en una palabra, de ser prácticamente una chaqueta mental del director de Sexo, mentiras y video (1989) y Out of Sight (1993). Nunca la vi, hasta hoy... y debo decir que no me pareció tan mala. Es más, me agradó y se me hizo interesante ese juego de realidades cinematográficas en las que uno no sabe cuándo los actores están en la "vida real" del filme o en otra película dentro de la misma película.
Con un cuadro de actores notable (Julia Roberts, Catherine Keener, David Hyde Pierce, David Duchovny y hasta Brad Pitt en una pequeña intervención) y una historia ciertamente real-irreal, filmada en partes en cinemascope y en partes en video digital con filtros que le dan una textura como de cine documental, la cinta termina por atrapar o, supongo, por aburrir. A mí me atrapó y en verdad me gustó. Pero bueno, a veces me da por gustar de cosas que para la mayoría resultan unos bodrios. Cuando menos me gustó más que una de las obras más recientes del propio Soderbergh: Side Effects (o Terapia de riesgo) de 2013. Cuestión de apreciaciones.
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