No me refiero, por fortuna, a guerras civiles como esa que parecería estarse gestando en el estado de Michoacán entre los llamados grupos de autodefensa y los Caballeros Templarios, con las autoridades y el ejército como terceros en discordia. Nada de eso. Dado que esta es una columna de música, estoy hablando de un dueto que responde al nombre de The Civil Wars, cuya finísima propuesta se inscribe dentro de un alt-folk con un tinte retro y un apego a las tradiciones musicales del sur y el centro de los Estados Unidos, en especial del estado de Tennessee.
Si ya con su álbum debut, el fenomenal Barton Hollow de 2011, este proyecto originario de Nashville había demostrado su gran calidad interpretativa (la conjunción de voces entre la bella y sonriente Joy Williams y el más bien circunspecto John Paul White resulta impresionante en sus bellísimas armonías), con su disco homónimo de 2013 no hace sino confirmarla.
The Civil Wars (Columbia) es un trabajo contundente, de una belleza a la vez límpida y oscura. Fuertemente arraigado a la música de raíces, pero en especial al folk y el country, el sonido de este plato nos traslada a tiempos que se remontan a la primera mitad de la centuria pasada e incluso hay ecos del siglo XIX, pero sin que en momento alguno llegue a escucharse como una curiosidad plena de polvorientas antiguallas. Todo lo contrario, cada canción está elaborada con un cuidado de orfebre y con una sensibilidad exquisita, tal como se puede escuchar en finas gemas musicales como “The One That Got Away”, “I Had Me a Girl”, “From This Valley”, “Same Old Same Old”, “Dust to Dust” y “Oh Henry”, por sólo mencionar a cuatro de los doce temas que conforman el disco.
Aparte de las deliciosas voces (en especial la de Williams), los arreglos dotan a cada pieza de la atmósfera justa. Las instrumentaciones son austeras pero precisas, sencillas pero generosas. Hay una gran fuerza interpretativa en The Civil Wars, nada de concesiones blandengues o nostalgias baratas disfrazadas de “romanticismo”.
Una joya.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orifico" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).
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