El taxi pasó por mí a las diez y media de la mañana y a las once ya estaba yo en la terminal 2 del aeropuerto (siempre me adelanto y luego paso demasiado tiempo en espera). Saqué en pase de abordar en una de las computadoras de Aeroméxico que están ahí ex profeso y me metí a desayunar al Wings. Malito el almuerzo pero robé tiempo. Finalmente fui a documentar mi equipaje y pasé a la sala de espera. El avión salió puntual a las doce y media del mediodía. Vuelo tranquilo y llegada a Torreón pasaditas las dos de la tarde. Un enviado de la Secretaría de Cultura de Coahuila estaba ahí para recibirme (Alonso). Muy buen tipo, muy amable. Me llevó al hotel Marriott (el mismo donde estuve hace un año, mas por suerte en un mejor cuarto). Me instalé y comimos juntos. A las tres y media nos lanzamos al Centro Cultural Pilar Rioja, situado en una colonia popular de la ciudad, en las faldas de un cerro rocoso. Me cuentan que hasta hace dos años, nadie osaba poner un pie en esos rumbos y los taxis se negaban a llevarlo a uno hasta allá, dada la violencia y la inseguridad que había. Me dicen que ahora las cosas han cambiado notablemente y que nada hay que temer. Ah bueno.
Me recibió Gerardo Moscoso, el encargado del Centro, un hombre muy amable y dedicado a lo suyo. La presentación de la Mosca estaba anunciada, pero sólo había una persona que aguardaba, un chavo, lector asiduo de la revista, con el que me puse a platicar. Luego me hicieron un par de entrevistas (una para Milenio Laguna y otra para Milenio TV de la región lagunera).
Como a las cinco y media comenzamos la presentación, con unas veinte personas presentes. Estuvo muy bien. Hablé sobre la historia de la revista y todos sus avatares y conté algunas anécdotas. La gente la pasó muy bien. Había como cinco ex alumnos del curso que di el año pasado en la propia ciudad. Vino la sesión de preguntas y respuestas y al final firmé algunos ejemplares moscosos y regalé otros de la nueva época. Un artista local me regaló un grabado muy bonito.
Terminamos como a las siete y media y me invitaron a tomar unas cervezas a un bar local. Me despedí de Gerardo y le agradecí el magnífico trato, le avisé a Alonso que me iría con mis ex alumnos y en el carro de la novia de uno de ellos (Eduardo), nos fuimos al lugar, situado en el centro (éramos cinco: Eduardo, su novia, Fernando, Karla y yo). La pasamos muy bien. El lugar es un antro decorado con fotos de los Beatles y la chava que atendía estaba guapa. Como a las diez me llevaron al hotel, muy cerca de ahí. Mañana parto a Saltillo temprano.
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