sábado, 2 de noviembre de 2013

La noche de los panistas vivientes

Zombies azules.
Después del apocalipsis de julio de 2012, casi todos los veíamos en calidad de fiambres. Parecían auténticos cadáveres, seres occisos, absolutamente finados y extintos. Nadie daba un centavo por ellos. Golpeados, rechazados, despreciados, deambulaban por el limbo cual ánimas en pena. Eran almas desoladas, sombras en el desamparo más terrible y lastimero.
  Pasó el tiempo y las cosas no parecían mejorar para ellos. Se dice que en las oscuras noches sin luna, allá por avenida Coyoacán y Eje 8 Sur, se escuchaban llantos y lamentaciones que causaban escalofríos al más pintado. Era un cuadro de horror, un averno azul-pintado-de-azul.
  Pero he aquí que la salvación llegó en el momento menos esperado. Fue un verdadero milagro que no sólo los rescato a ellos, sino a otros que también parecían condenados al penar eterno, unos lánguidos espíritus amarillos que al ver aquella luz que tanto les prometía, acudieron en tropel para mezclarse y confundirse con sus congéneres azulados y entrar por un enorme portón que con deslumbrantes letras de oro anunciaba tres palabras mágicas y promisorias: Pacto por México.
  A muchos meses de aquel prodigio, las cosas han cambiado de tal modo que los azules se han levantado de sus tumbas y, convertidos en muertos vivientes, caminan lenta pero seguramente para imponer su ley aun a quienes les brindaron la oportunidad de no ser condenados al infierno y desaparecer para siempre: los tricolores, únicos sobrevivientes del 2012 que, sin embargo, ahora se ven obligados a vivir con los redivivos azules y amarillos a un lado, si es que no quieren ser atacados por éstos.
  Vienen dos meses decisivos para esta Guerra Nacional Z. Sesenta días en los cuales los azules vivientes serán el factor decisivo para que el gobierno tricolor logré consolidar su máximo propósito: la aprobación de la reforma energética. Todo parece indicar que lo logrará finalmente, aunque, allá en lontananza, agazapado y torvo, acecha otro grupo todavía más amenazante y temible, dispuesto a lanzar un feroz y ciego ataque: el de los pejezombies.
  Próximamente en esta sala.

(Mi columna "Cámara húngara" de hoy en Milenio Diario).

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